miércoles, 18 de enero de 2012

Todo puede doler enormemente, pero no esto.



Plantar un árbol de los mimos en la puerta de mi casa pretérita, que lo cubra todo. Las manos se cansan con el paso de los años, el árbol crece a sus anchas al lado mío. Poder salir al patio a la mañana y guardar en el cuerpo el recuerdo de frescura, de intermitencia de sol, de plumeritos suaves y aromáticos de Acacias sobre mi frente. Tan sólo obligo su lugar, pero mientras lo planto le prometo que las cañerías están cerca, le explico: no me importa bañarme con agua fría mientras cada tanto caigan dos o tres flores que me sorprendan, que yo espere como navidad.

*Foto Lucia Chain (Flickr Cobrakiller)

1 comentario:

pacho dijo...

recuerdo de frescura
de intermitencia de sol
de plumeritos suaves

:)