lunes, 14 de diciembre de 2009

Oscilar

Oscilar. Entre ser sombra entre las sombras. O un pequeño resplandor. Entre ser carcajada que nace desde el centro del estómago e inunda la garganta y la boca. O llanto silencioso y seco de mirada perdida en el techo oscuro de la habitación, colgando de la lámpara ideas que no pueden explicarse con las palabras que conocemos. Oscilar. Entre ser la sonrisa prometida cuando llueve, o ser una con la lluvia. Oscilar. Entre pasar el peso muerto de mi cuerpo de un pie a otro, o bailar en la calle. Oscilar. Entre ver la Luna, o una cara o una liebre. Oscilar.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Exilio

                                                 I
Su sonrisa crea la mía, adivina mi necesidad de risas, quiere diluir mis sombras. Su mano envuelve mi mano en un calor calmo de luz tibia de sol en la cara.
Mi hogar está donde él se encuentre.
                                 II
El fantasma de su cuerpo sobre el mío enfría mi alma, rompe las risas, deja la casa en silencio. Nada ha sido tan difícil como decirle adiós.
                                  III
Ya no puedo permanecer en casa. Decirle adiós es mi exilio.

jueves, 6 de agosto de 2009

Amor dado por perdido


Verte sonreír fue un oasis de agua pura.
Tan pura que se hacia imposible beber de ella sin contaminarla.
Morí al pie del oasis.

miércoles, 1 de julio de 2009

Huir


Exorcizar de mi tu presencia, la sombra latente de tu olvido. Raspar las partes quemadas de mi cuerpo, deshacerme de aquello que consumiste de mi. Eso que no me pertenece pero permanece conmigo, erosiona los sectores de mi cuerpo que aún llevan mi nombre, borrándome. Cambiar de cuerpo, de nombre. Huir.

domingo, 1 de febrero de 2009

Te deje en Irigoyen

Te dejé en Irigoyen. En esa estación en la que una vez, al pasar fugazmente, vi el atardecer plasmarse entre el contraste de las sombras de viajeros, que sentados sobre los bancos de aquella estación esperaban a la vida para impregnar sus pobres cuerpos.

¿Puedo esperar que hayas leído lo que mi mirada tuvo para decirte, o lo que mi sonrisa dijo a pesar de la tristeza? No fueron mentiras tejidas en mi cara, pero apenas si podemos entendernos con palabras, con esa limitación que traen impresas ¡como si ya no tuviéramos suficientes vergüenzas en el alma!

Aunque ahora te esté recordando, elegí esa estación, por que es la estación del olvido, bajar en Irigoyen, respirar su aire, su viento de amnesia, y volver como recién nacidos.

A pesar de eso, hay otro olvido en Irigoyen, es aquel que atrapa a sus pasajeros, entre el rechinar de metales, el ruido de las bocinas lejanas y el misterio de sus andenes vacíos. Tuve que arriesgarte a ese olvido, con el temor de que caminaras junto a esas vidas que no saben quienes son.

Sobre éste tren que parte hacia un lugar distante, miro atrás, contemplo tu figura alejarse, volverse sombra. Allí es cuando me parece ver como cada uno de los encantos de Irigoyen te va rodeando, y haciendo gala de sus maromas te vuelven parte de él.

lunes, 26 de enero de 2009

Desierta

Nacen flores marchitas de mi cuerpo a causa de tu descuido. Tu silencio irrumpe en mi azotando mis confines como un viento de fuego. Cielo desierto muerto de sed, manos agrietadas luchando contra el castigo del sol. Nunca más tu cuidado, tu cadena. Desapareces en los vaivenes de la arena. Otra vez el fuego te arrastra, me arrasa. Y me quedo acá: desierta de vida, poblada de ausencia.