Miré como ella le explicaba que la ató al árbol y le cortó
las trenzas, porque había escuchado que así la gente perdía la fuerza. Desde entonces, a la altura de mis
orejas, peino trenzas imaginarias con dedos ágiles, y me corto el pelo todos
los días. Boicots cotidianos para examinar mi resistencia. Siento que voy a
desplomarme en cualquier instante. Sin embargo sigo de pie, sonriendo a la cara
que voy a extrañar cuando se vaya.
*Foto Gota Deluzz (Flickr decometas)
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