jueves, 12 de enero de 2012

Acacia de Constantinopla


Miré como ella le explicaba que la ató al árbol y le cortó las trenzas, porque había escuchado que así la gente perdía la fuerza.  Desde entonces, a la altura de mis orejas, peino trenzas imaginarias con dedos ágiles, y me corto el pelo todos los días. Boicots cotidianos para examinar mi resistencia. Siento que voy a desplomarme en cualquier instante. Sin embargo sigo de pie, sonriendo a la cara que voy a extrañar cuando se vaya.


*Foto Gota Deluzz (Flickr decometas)

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