A veces me dan ganas de bajar del colectivo en la estación y correr hasta tu casa, como si todavía tuviera permiso. Tocar el timbre y que me cierres la puerta en la cara porque ya no hay misterio, ni amor. Y apedrearte la puerta del costado para que los bollos te recuerden a mi cada vez que saques el auto.
A veces siento que me tomaste el pelo.
A veces siento que me tomaste el pelo.
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