martes, 30 de agosto de 2011

A la mierda. Te abollo el portón por gil. Me abollo a mi también.

A veces me dan ganas de bajar del colectivo en la estación y correr hasta tu casa, como si todavía tuviera permiso. Tocar el timbre y que me cierres la puerta en la cara porque ya no hay misterio, ni amor. Y apedrearte la puerta del costado para que los bollos te recuerden a mi cada vez que saques el auto. 


A veces siento que me tomaste el pelo. 

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