Se sumerge el individuo, escafandra oxidada de la mente, ojos bien cerrados, estampitas sudadas de fe. Muchos pasillos, muy estrechos. Muchos pasillos. Ojos bien cerrados: Eso igual lo veo, lo sé, lo veo. Tres, dos, uno, despierta al chasquido de dedos. Guantes demasiado gruesos, chirridos de la goma pero ningún clic. Adiós viajero, adiós.
miércoles, 25 de mayo de 2011
Suscribirse a:
Entradas (Atom)