Nacen flores marchitas de mi cuerpo a causa de tu descuido. Tu silencio irrumpe en mi azotando mis confines como un viento de fuego. Cielo desierto muerto de sed, manos agrietadas luchando contra el castigo del sol. Nunca más tu cuidado, tu cadena. Desapareces en los vaivenes de la arena. Otra vez el fuego te arrastra, me arrasa. Y me quedo acá: desierta de vida, poblada de ausencia.
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